El primer título o frase que me
vino a la mente, cuando pensé escribir el articulo fue, “Viacrucis de un viajero venezolano” fue algo así como la idea de
escribir paso a paso cada una de las situaciones que padece cualquier mortal o
ciudadano de a pie, con pasaporte venezolano.
En un país donde abundan las
riquezas naturales y cada rincón cuenta con la magia del clima tropical, se
ofrecen muy pocas o casi ninguna facilidad para salir a conocer otras fronteras
y disfrutar en familia lo que conocemos como VACACIONES.
Aeropuerto Internacional de Maiquetia - Simón Bolívar |
El primer paso o la primera
estación de nuestro viacrucis es muy parecida a la de cualquier otro ciudadano
que decida disfrutar vacaciones en cualquier país del mundo, todo comienza con reunir el
dinero, conseguir hospedaje de calidad a buen precio, encontrar un pasaje
económico al destino seleccionado y por ultimo hacer las reservaciones, hasta
este punto cualquier viajero o turista, recorre el mismo camino. La verdadera odisea o nuestra diferencia como
venezolanos comienza cuando intentamos utilizar nuestro dinero para comprar
divisas, o utilizar nuestras tarjetas de crédito para hacer las reservaciones (hotel,
carro, compras, excursiones, etc.). Es allí donde enfrentamos el primer obstáculo
llamado Control de Cambio, lo que quiere decir que no podemos utilizar nuestro
dinero, para comprar moneda extranjera, sin antes pedir permiso y solicitar una
autorización del gobierno utilizando como intermediario las entidades
bancarias.
Nuestro segunda estación, En este paso es donde encontramos mayor afinidad con el titulo, y es precisamente cuando empezamos a cargar la cruz, en una operación tan sencilla como acudir al banco donde tenemos guardados nuestro dinero o ahorros, para llevar una carpeta (y no precisamente una cruz) que se traduce
en un complicado proceso de elaboración, con detallada lista de requisitos y
ensamblaje previo, utilizando como herramienta una página o portal web oficial
del estado venezolano, donde entrar y llenar las planillas no es fácil,
completar los formularios pueden quitarte horas o incluso días enteros, antes
de poder llevarlas a la entidad bancaria para que te la reciban en un plazo
establecido (ni antes, ni después, del señalado) pero con seguridad luego de
cumplir con todos los procedimientos y exigencias que derivan de una ley para
evitar el consumo inapropiado de la codiciada divisa.
La tercera estación, consiste
precisamente en solicitar la cita en el banco de tu preferencia, donde puedas
manejar tu cuenta, o donde tengas una tarjeta de crédito que te permita al
menos depositar el dinero que supuestamente entregaran, previa autorización y
revisión de cada uno de los documentos entregados. Esta cita puede tardar días
o semanas antes de que seas llamado a entregar la carpeta elaborada, con los
requisitos exigidos (pasaje, pasaporte, declaraciones, itinerario del vuelo,
etc.) Con el riesgo de que seas devuelto por algún error u omisión del
complicado proceso exigido, además de recibir la notificación que no fue
aprobado el dinero o peor aún, que llegue el día de tu esperado vuelo y el
banco no haya recibido la remesa, para entregarte el dinero efectivo. En ese momento recuerdas el pasaje bíblico, cuando Jesús cae por primera vez. Gracias a las ganas de viajar y el entusiasmo por disfrutar tus vacaciones, sigues adelante.
La cuarta estación representa “la
estocada” un fuerte golpe o prueba final de tus conocimientos administrativos,
donde tendrás que poner en práctica todo lo aprendido con el fin de optimizar y
sacarle provecho a la estúpida cantidad de dinero otorgado para disfrutar las
vacaciones con las que soñaste, durante los últimos doce meses, apenas setecientos dolares (US $700) por persona. Con esta cantidad tendrás que pagar comida, hotel, ropa,
distracciones, y cualquier otro souvenirs, de tu viaje en familia.
Insólitamente, en el caso de una familia promedio de dos adultos y dos niños,
los gastos equivalen a menos de US$ 50 diarios por persona. Tomando en cuenta o descontando únicamente el pago del hotel, durante una semana. En esta estación por pura semejanza o mensaje divino, es cuando recordamos con mucha frecuencia a la madre de todos quienes inventaron y sostienen un absurdo control cambiario, que únicamente beneficia a quienes están en el gobierno o cercanos al poder.
La quinta y última estación o salida del
país, es el momento donde debes prepararte para enfrentar un incomodo proceso migratorio, una larga cola donde estas expuesto a incomodas revisiones de tus pertenencias, pagos
de impuestos y declaraciones improvisadas, donde alguien
cualquiera, sin uniforme o con algún distintivo identificado con el color del gobierno, te interrogara acerca
de tu destino, tu equipaje, las personas que te acompañan, el destino que
elegiste, la fecha de tu regreso y otras preguntas que te harán de forma tan
improvisada y desordenada, que cuando felizmente logres subir al avión y sientas que este alza su vuelo, rumbo al anhelado destino, darás un fuerte suspiro mirando por la ventana, pensando si realmente tantos obstáculos
tienen la intención de entorpecer tus vacaciones o simplemente provocarte para
que no regreses a la tierra que desde que naciste aprendiste a llamarla PATRIA.
@zorbash
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