Vivimos en un tiempo en el que se espera siempre eficiencia y resultados inmediatos. Pero así como una planta o un árbol necesita tiempo para crecer; las relaciones humanas no pueden construirse, ni nuestros problemas resolverse, de la noche a la mañana. También la gente necesita tiempo para crecer y cambiar.
Afortunadamente, Dios es paciente con nosotros; pero nosotros debemos ser pacientes unos con otros.
