En esto días leí una nota del reconocido y admirado periodista, Cesar Miguel Rondón, haciendo referencia al día mundial del refugiado, que se conmemora el 20 de junio y la reflexión que hacía desde su propia experiencia. La cual sin duda, nos deja a todos los que hemos salido de nuestro país, una mezcla de emociones y sentimientos.
Desde mi punto de vista y a los ojos de todos sabemos que en la actualidad, vivimos en un tiempo en el que se espera siempre eficiencia y resultados inmediatos. Sin embargo, así como una planta o un árbol necesita tiempo para crecer; las relaciones humanas no pueden construirse, ni nuestros problemas resolverse, de la noche a la mañana. Para esto también la gente necesita tiempo para crecer y cambiar. Afortunadamente, Dios es paciente con nosotros; pero nosotros debemos ser pacientes unos con otros.
Hace unos meses atrás participé en una conferencia donde algún extranjero contaba sobre el cambio que había tenido su vida, desde que entendió que la bondad y la empatía eran el motor de las relaciones personales, aunque su entorno se beneficiaba del cambio que el había dado como persona, el trato que recibía no era el que esperaba o sentía merecer, muy a pesar de eso se dedicó a demostrar que la bondad podía generar el cambio en todas las relaciones personales, logrando que las personas que lo buscaban o formaban parte de su equipo de trabajo, sintieran el placer genuino de la reciprocidad y en consecuencia con la frase «trata a los demás, como te gustaría ser tratado»
"Los prejuicios son el enemigo de la empatía".
Quién no ha caído nunca, no tiene idea del esfuerzo que hay que hacer para levantarse. Por esta razón entiendo y me sentí identificado cuando el periodista decía en su reflexión:
«No somo lo que somos, sino el estereotipo que tienen de nosotros»
Cesar Miguel Rondón
